Archivo | enero, 2014

Mi buen amigo gay

10 Ene
No me pregunten porqué pero siempre quise tener un amigo gay.
Así que hoy me lanzo a contar esto que tanto me ha martirizado la existencia, diciéndote a ti, amiga de toda la vida que… ir contigo a comprar ropa es perfecto, sí, pero te falta algo ¿entiendes? ódiame si quieres pero…te falta.
Debe ser que vi alguna película en plena pubertad o a mitad de ciclo menstrual y entre la inflamación y la llorera, quedé marcada a fuego con la imagen de la chica buscando consuelo en el hombro masculino sin mostrar temor a una repentina erección.
Esta idea, sumada a todas esas amistades fallidas con hombres heterosexuales que se niegan a perder la fe, me convirtieron en una payasa excesivamente amable con todo homosexual que se cruzase en mi camino. Una lástima, lo sé.
Desde ese momento (que no puedo marcar en el tiempo) en el que empecé a desear tener un amigo gay, miles de parejas «chica hetero + chico gay» empezaron a aparecer ante mis ojos para restregarme su felicidad por la cara: mostrando su complicidad en centros comerciales, tomando un helado gigante para calmar las penas  y en mi imaginación, protagonizando escenas maravillosas llenas de canciones pop, chocolates y mucho sentimentalismo.
Ya por entonces empezaba mi búsqueda del amigo gay y como soy así de pesada, aprovechaba cualquier ocasión. Pasaban los años y nada. Y yo cada vez más desesperada:
Corría el mes de Julio, era sábado, 3 de la tarde, hora en la que el sol está cansándose de quemar gente y la playa gay de Sitges está tan llena de hombres a los que les das igual, que da gusto. Lugar perfecto para encontrar a mi amigo/amiga ideal.
No había terminado de estirar el pareo en la arena que ya estaba yo en pelotas rogándole a Dios y a los ángeles que por favor hoy fuera el día. Saqué mi libro y me empecé a hacer la que leía. A mi izquierda encontré una buena presa: unos 30 años, guapísimo, tanga de leopardo, leyendo el Kama Sutra y mejor peinado que yo en toda mi vida, rubio, fornido… en fin, el buen amigo gay parecía que había llegado por fin a mi vida y esta vez no podía fallar así que me quité un momento las gafas de sol y le sonreí mientras le hacía un tímido «hola» con la mano estilo princesa Letizia.
El chico me devolvió el saludo y la sonrisa y continuó con su lectura.
Me dí un baño en el mar. Las olas me llevaron hasta un mundo ideal donde él (Pablo, por ejemplo) me contaba sus hazañas nocturnas con un flamante Alemán al que había conocido la noche anterior en algún bar cerca al puerto, nos reíamos tomando un vino y brindábamos por nosotros y lo felices que éramos juntos en ese momento.

Salí del mar, seguramente con esa cara de tarada que se me queda cuando estoy soñando despierta y me tumbé a tomar el sol.
El hasta entonces «Pablo» volvió a sonreírme y yo a él. De pronto se levantó y se acercó hasta mi.
– Hola, ¿eres de aquí?
– Holaaa (cara de felicidad suprema) No, pero vivo aquí… ¿y tú?
– También. ¿Estás esperando a tu novio?
– No… no…
Y casi sin dejarme terminar de contestar dijo qué bien, entonces ¿pongo mi toalla a tu lado? Podemos tomar el sol juntos, si quieres (guiño)
Bueno, Pablo tenía un acento un poco extraño, así que era casi imposible que se llamara Pablo como en mi alucinación en el mar. Tan imposible como que fuera gay.
Sentí tanta pena por mi situación, que opté por pedirle groseramente que me dejara en paz de una puta vez. Debió pensar que estaba loca.
Pasó un año más y me rendí. Debía ser que solo podía tener amigas mujeres, algo habría hecho yo en mi vida anterior para merecer esto. Empecé a aceptar la falta de «colgajo» en mis amigas y sus vocecitas naturalmente dulces. Y cuando al fin lo había conseguido superar, apareció él.
Sí, señores, hoy tengo un amigo gay y es hermoso. Él y el hecho de tenerlo en mi vida, por igual.
Todo esto me hizo pensar que en la vida, recreamos mentalmente nuestros deseos de una manera en la que luego nunca se cumplen, pero la verdad es que eso no importa porque el simple hecho de que se cumplan ya es bastante. Sobretodo en este caso.
Gracias por existir, buen amigo gay.